No quiero que pienses en mi cuando leas lo que escribo.
No quiero que pienses lo malo que es mi lenguaje o lo fuerte que fue la escena que acabas de leer. Ni siquiera quiero que identifiques mis propios rasgos en mis protagonistas.
No quiero que pienses en mi edad, ni te preguntes si todo lo que escribo, de alguna forma, lo viví primero.
Y sobre todo, no quiero que te preguntes cuanta lucidez hay detrás de mis ideas.
Hasta hoy, no me había dado cuenta del miedo que tenía de que las demás personas identificaran tanto de mi en mis libros, que después pudieran leerme con demasiada facilidad. Que tuvieran tantas ideas sobre mi que no pudieran identificar que de lo que leyeron debían relacionar conmigo y que no. Me daba miedo de que después de leerlo todo, me vieran con vergüenza. Todo este tiempo, desde que comencé a escribir, me pregunté que dirían todos, en especial mis padres.
¿Qué sucedería, si al leer uno de mis libros, se encontraran con un asesinato? ¿Pensarían que hicieron mal en dejarme ver esas series de detectives?
¿Y si leyeran una escena erótica?, ¿entonces la culpa sería de Internet? ¡Se acaba el mundo! ¡Hay sexo en sus libros!
Pero el punto de todo esto es que escribo para mí. No busco complacer los ideales o creencias DE. NADIE y no quiero que se me identifique por todo lo que mi imaginación puede crear.
Y, persona que esté leyendo esto, deberías leer para ti y que todo lo que puedas rescatar de los libros de los demás, sirva para que te crees juicios hacia ti mismo como persona, y no hacia el autor como individuo. Verás como eso hace una gran diferencia.
-Melissa